Durante cuatro años trabajé como cuidadora certificada de adultos mayores. Fue una labor exigente, pero profundamente humana. Comprendí lo vulnerable que puede ser la vida en la vejez y la importancia de la empatía y el respeto. Sin embargo, tras una lesión física que me obligó a detenerme por seis meses, entendí que era momento de dar otro giro.

Fue entonces cuando una gran amiga me inspiró con una idea brillante: abrir un programa de cuidado infantil familiar. Aunque no sabía nada del tema, investigué, estudié y conocí personas maravillosas que iluminaron mi camino. Obtener mi licencia de Family Child Care Provider fue un paso enorme, especialmente porque implicó transformar la casa que tanto había soñado. Pero hoy puedo decir con certeza que fue una de las mejores decisiones de mi vida.

En 2025, con un año de experiencia, me siento profundamente agradecida con Dios. Inicié mis estudios en Educación de la Primera Infancia en Urban College, donde obtuve mi certificación como Maestra Líder, y acumulo más de 150 horas de desarrollo profesional. Mi esposo también se certificó como asistente educativo, y juntos formamos un equipo comprometido con el aprendizaje, la seguridad y el bienestar de los niños.

Trabajar con niños ha sido mucho más que un desafío: ha sido un regalo de vida. Cada sonrisa, cada avance y cada palabra nueva me recuerdan por qué decidí dedicarme a esta labor.

Hoy, en Ireoyeo Family Child Care, abrimos nuestras puertas con amor, fe y propósito, ofreciendo a cada niño un espacio donde aprender, crecer y sentirse amado es lo más importante.